jueves, 22 de julio de 2010
...a España, a Francia, a Italia, a Arabia.
...a esas cuatro raíces que te forjaron.
...a esa gota de luz que mojó mis ojos en Septiembre.
...Para que un día, para que ese día,
en el que tu boca y tus manos se unan.
En ese instante, sonará el silencio
como murmullo de la luna a la orilla del mar.
Así es,
y todos los besos tristes que tu alma aún no llora
caerán como colmena derribada por las armas de mi corazón...
Con palabras de Saúl...(dos poemas) © 2010 Saúl A. Rodríguez
Tienes el verbo...
Tienes el verbo de los mares en la boca
y la capacidad de los instantes en tus dedos.
Tienes el silencio de la paloma indiferente
y los labios frescos de la tierra llovida.
Tienes en los ojos la paz de mis batallas
como si mi alma alada hallara en ellos su rama;
como ese callado beso que suena cuando parpadeas
y que da calma a la tempestad de todo mi hambre.
Tienes del sol, ese rayo que forja el día,
esa rosa de luz que transparenta el honor
y la sangre de mi corazón que hice tuyo.
Tienes la sonrisa del mundo cuando sonríes
y esos cabellos vanidosamente negros
que sólo la noche árabe entiende.
Tienes el orgullo de una roca enamorada
y el arco de tus cejas la flecha hermosa de tu mirada.
Tienes tanto que desborda la cárcel
de mi cordura y raciocinio.
Por eso te quiero,
y porque soy fuego y Septiembre
el planeta entero no muere en hoja en blanco.
Por eso te quiero,
porque hay en ti tanto de lo que amo
que no cabe ese todo tuyo en una sola Tierra.
Por eso te quiero, porque tienes el verbo
en la madera de tu cuerpo; y en tu boca
se halla el rocío que piden mis labios.
Tierra de milagros...
Tierra de milagros, bendita de las rosas.
Se levanta tu imperio de mujer en fuego imprevisto,
alzándose por sobre las cimas de los nombres
y de los mármoles inmortales de la plaza.
Tierra de huertas.
Tierra de profundas caricias coléricas.
Conocida del aire, del sauce y del eucalipto.
Triunfante de mi corazón, te presentas con el rocío
y me vuelvo impreciso como sombra histórica.
Territorio de rosas, comprendida de la noche,
lee la mano de mi amor delincuente y conoce:
Cuánto silencio atado rugió de la lluvia escrita.
Cuánto pesa para el año una gota de Septiembre.
O cuánto de tu brillo me robé cada tarde invisible.
Jardín de beso de mar, aurora húmeda de mi sueño,
con perfumes del amanecer se baña lo cristal de tu piel
y canta hasta que florece la partida roja de la tarde
para luego ungirte de estrellas salvajes
y terminar en los ojos de la noche.
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